Basada en "Alicia en el país de las maravillas" (Anaya, Blume, Akal, Lumen, Plutón, La Galera, entre otros) y "A través del espejo", editada por Valdemar, Alianza, Sexto Piso.
Más cerca de Alicia a través del
espejo que de Alicia en el País de las Maravillas, Tim Burton ha forjado, como
siempre, un universo fascinante de imágenes y de sueños, de entelequias
creídas, de imposibles realizados. Bien es verdad que ya hace mucho que ha
renunciado al argumento para centrarse en su estética desbordante pero aquí
cuenta con algunos elementos que hacen que su cabeza se salve del yugo.
El primero de esos elementos es la belleza progresiva y llena de expresión que
demuestra Mia Wasikowska en el papel protagonista. Ella ilumina, aún más a cada
fotograma que pasa, con su rostro de porcelana imperfecta toda la película y
confiere al personaje de Alicia todas sus contradicciones, algunos de sus
miedos, parte de sus debilidades y fortaleza en sus miradas. Sus cabellos,
velas al viento, son yelmo de belleza, augurios de gran dama, ternura de
extravío. Y nunca vi, vive Dios, a caballero que portara la espada con tal
nobleza y arrojo.
Por otro lado, Tim Burton juega una baza importantísima a través de la banda
sonora de Danny Elfman en el que es uno de los mejores trabajos de su carrera.
Sus notas se convierten en orquestación de gusto y estilo. Sus pentagramas se
mueven con ligereza por esos corazones cerrados a una historia que, de infantil
tiene poco por mucha extravagancia que se quiera incluir. Es un cuento que
termina en vida porque forja sueños pero también personalidades. Y allí está el
músico imposible que puntea con la batuta cada una de nuestras sensaciones, nos
toca con maestría el rincón de nuestros deseos y se sale del sueño con los
compases tarareados y dormidos en una memoria que cada vez confunde más quiénes
somos.
Lo demás no dejan de ser caricaturas, a ratos muy forzadas, por momentos
divertidas y puntualmente algo cargantes. Eso sí, todo ello acentuado con las
verdades que se hallan a este lado del cristal que refleja frustraciones,
convenciones estúpidas, acuerdos tácitos que llevan a la infelicidad. Es
importante ser lo que se quiere para poder decir lo que se piensa y vivir lo
que se sueña. Hay que fraguar la espada artúrica que nos permita hacer rodar
las cabezas de nuestros miedos. No importa que no haya mucha lógica en todo el
asunto porque nunca la tuvieron ninguno de los dos cuentos de Lewis Carroll.
Fue más moraleja que historia. Fue más realidad soñada que un sueño real.
Y es que quizá uno de los problemas de esta cinta es que estás deseando amarla
y te deja con apenas un suave roce en los labios. El absurdo se impone y
entonces el creador cree que tiene carta blanca para prestar más atención a lo
que muestra que a lo que narra. Al fin y al cabo es lo que nos pasa a todos
cuando tenemos que atenernos a algunas rígidas normas sociales que no nos dejan
ser ni estar. Todos preferimos caer en un agujero a sucumbir ante los largos
tentáculos de la conveniencia y de lo establecido. Y, sin embargo, no somos
capaces de pensar seis cosas imposibles antes de desayunar, ni de mirar unos
pájaros que vuelan, ni de perseguir conejos que se esconden. Somos carne de
decepción y no caemos en la cuenta de que no hay nada que nos impida bailar.
Así que es mejor no mirarse en el espejo, más vale seguir con falsedades, no
salirse del camino que se nos ha marcado. La fantasía no tiene lugar. Sólo se
nos deja idear decorados para la escena que tenemos que representar de la mejor
manera que se nos ha enseñado. Y si no, cuéntenme por qué no dejamos de saludar
en el ascensor a ese vecino tan molesto, o por qué aceptamos ir a una cena que
no nos apetece, o por qué no hacemos otra cosa que preguntarnos por qué. Tal
vez sea porque no queremos ser personajes de parodia y, triste y ridículamente,
nos convertimos en puro astracán para aquellos que prefieren imaginar que
vivir.
TIm Burton es uno de mis directores preferidos. Pero con Alicia... creo que cedió más a otros intereses que a su propia magia.
ResponderEliminarMe alegro de encontrar a uno de esos escasos seguidores de Tim Burton que tienen la suficiente objetividad como para aceptar que también hace cosas malas. Me temo que Burton ya no tiene mucho interés por contar una historia sino que está mucho más centrado en el ambiente que rodea a esa historia con esa particular y fascinante estética que tiene. Y hay que reconocer que, si se hubiese puesto a trabajar en serio, este "Alicia" le habría salido mucho mejor.
ResponderEliminarGracias por el comentario y un saludo.